[©SmcArq] Eduardo Chillida fue un escultor español que interpretó un hallazgo potentísimo hasta su colmo mejor desarrollado.
Su arte apuntaba a la afirmación única
que establece que desde la forma puntual y definida
de una propuesta conclusa,
se puede desplegar al resto no entornado
que tales desarrollos escultóricos inauguran o abrazan.
He revisado docenas de sus esculturas y trabajo gráficos,
y efectivamente sus dichos
son una sola voz en el tiempo y en el espacio pues,
haga lo que haga,
Chillida siempre abraza al mundo
con sus especies de amarres,
entornos,
contornos,
retornos
y trastornos
que se desplazan tentacularmente fuera de sí
y hacia el infinito.
Pero siempre es lo mismo,
no del modo burdo y desvergonzado de Botero,
sino del modo capaz de justificar
siempre
a la nueva propuesta,
como el pétalo de la flor amaestrada
en su futuro fin y conclusión.
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